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La relación entre Sociología e Historia: la sociología histórica como alternativa (página 2)



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El pensamiento de
Vico
constituye pieza fundamental en los antecedentes de la teoría
sociológica clásica, que si bien comenzaba con
Comte como su padre fundador, algunos autores afirman que en su
lugar, si el italiano hubiera acuñado el término
sociología y no Comte, Vico fuera su primer
gran teórico y dicha ciencia
contara con un siglo más de antigüedad. Este
filósofo de la historia, anticipa a Comte
al sostener que existen tres períodos en la historia de
las sociedades
humanas: una primera de los dioses, una segunda de los
héroes y la tercera correspondiente a la etapa de los
hombres
. [4]Las similitudes entre estas
consideraciones y la ley de los tres
estadíos de Comte no son difíciles de detectar.

La idea del vínculo entre la sociología y la
historia va a primar dentro de los modelos
teóricos que comienzan con Comte y su Curso de
Filosofía Positiva
, obra que le
amerita el título al francés de padre de la
Sociología, encaminada a establecer las leyes del orden y
la regularidad de los acontecimientos sociales. Esta
relación está contenida en los modelos
teóricos de los principales pensadores y pioneros del
pensamiento sociológico clásico (Comte, Spencer,
Durkheim,
Weber), en el
pensamiento de Marx como
máximo exponente de esta convergencia científica y
en los aportes teóricos y metodológicos que sobre
esta conexión desarrolla la Escuela de los
Annales franceses, de incalculable valor
conjuntamente con el materialismo
histórico de Marx, para la aparición y
progresivo desarrollo que
experimenta la sociología histórica (como enlace
entre la sociología y la historia) hasta nuestros
días.

La versión
evolucionista-organicista y la historia
comparada

Dentro de la línea organicista y fundador del
evolucionismo sociológico encontramos al francés
Augusto Comte (1798-1857), que explica como núcleos duros
de su teoría dos conceptos fundamentales: estática y
dinámica social, reconfigurados con
posterioridad con el modelo
organicista de Spencer. Comte afirmaba que para entender todos
los procesos
evidenciados con la llegada de la modernidad, era
prioritario entenderlo en un contexto histórico más
amplio y juzgarlo como un período más en el
transcurso de la historia humana.

La comparación histórica de los sucesivos
estados de la humanidad no es solo el principal instrumento
científico de la nueva filosofía política. Su.
desarrollo racional constituye el substrato de la ciencia en
cuanto es esencial a esta. [5]

El sociólogo francés constituyó un
enemigo acérrimo de los historiadores tradicionalistas de
su época, al sostener que los acontecimientos ocurridos
con el florecimiento de la modernidad no pueden ser concebidos ni
al azar ni desde otro condicionamiento superficial, sino que son
procesos naturales y necesarios de etapas
anteriores, aunque los móviles que dirigen el cambio se
encuentran en el terreno del espíritu o de la mente y las
condicionantes que estos provocan sobre las más diversas
esferas de la vida social. De estas doctrinas brotaría su
interés
de estudiar las leyes que regulan el comportamiento
humano y de ahí su ley de los tres estadíos: el
primero denominado teleológico (que a su vez pasa
por el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo),
el segundo metafísico y el tercero positivo,
este último como manifestación de los procesos
industriales que se constataban en la realidad circundante al
autor, donde la ciencia se mueve eternamente hacia delante y se
acerca cada vez más a la realidad, basado en la
experiencia o empiria (según Comte)[6].

En cuanto a los medios de
investigación también, es
comprobable dentro del pensamiento comtiano, la
interconexión de la sociología como ciencia
superior jerárquicamente con el resto de las ramas del
conocimiento
en su clasificación, de ahí que dichos medios deben
ser en parte peculiares (directos) y de cierta manera indirectos
o derivados, como parte de las relaciones de la sociología
con las demás ciencias y por
la complejidad del objeto de estudio a
explicar[7]Su concepción de las leyes
sociales invariables, así como sus generalizaciones sobre
el curso de la historia del mundo, carecen, en ocasiones, de
sentido y objetividad.

Comte profesaba un carácter lineal en la relación de
las ciencias, donde ocupa un lugar central las ciencias
naturales, sin embargo, la cúspide de su
pirámide científica era ocupada por la
filosofía positiva (sociología) y su constante
interés por el estudio de la subjetividad, o sea, por las
ideas y su evolución. Esta doctrina lineal de las
ciencias, olvida la complejidad de los procesos sociales,
además, se ha de tener en cuenta, que Comte no
realizó realmente ninguna investigación
empírica, por estar inmerso en establecer generalizaciones
sobre los estadios humanos y la evolución del mundo,
acorde con su realidad histórica.

Como continuador de las ideas evolucionistas de Comte
encontramos al inglés
Helbert Spencer[8](1820-1903), quien reconfigura
la estática y la dinámica social y concibe la
sociedad a
partir de dos procesos básicos de constitución:
estructuración primero y
funcionalización después, declarado en los
cuatro períodos distinguibles de la sociedad que, como un
organismo vivo, transita constantemente por un proceso de
complejidad e implementación de las funciones.
Además, establecía como objeto de estudio
fundamental de la sociología, el estudio de la
evolución en su forma más compleja, al establecer
analogías entre la sociedad y los organismos
vivos[9]

El paso de las sociedades simples (caracterizadas por
la identidad de
actividades realizadas por sus miembros), a las sociedades
complejas
( donde aparece la división del trabajo entre
sus miembros), de aquí, a las sociedades doblemente
complejas
(identificadas por un sistema legal y
un territorio común incluyendo una constitución) y
como escalón supremo de la complejidad social a las
sociedades triplemente complejas, no son más que
una muestra de la
dirección evolutiva spenceriana y de las
contradicciones que se van produciendo con el paso de la sociedad
militar a la sociedad industrial.

La evolución procede, para el pensador inglés,
por medio de constantes diferenciaciones sucesivas que se mueven
de lo simple a lo complejo, de lo homogéneo a lo
heterogéneo, de la indiferenciación de las
funciones a la especialización y diferenciación. El
estudio social, desde la consonancia con los organismos humanos y
la estructuración y diferenciación funcional
manifestada en el orden societal en las instituciones,
marcaron con creces los análisis spencerianos como intento de
estabilidad y orden social.

Spencer, contrariamente a Comte, se preocupaba por la
evolución pero desde un sentido estructural y funcional, y
cuestionaba la visión lineal de Comte de
clasificación de las ciencias, al sostener que estas
estaban interconectadas y eran interdependientes. Para Spencer
la sociología era la historia natural de las
sociedades o, más específicamente, un orden entre
los cambios estructurales y funcionales que experimentan las
sociedades.
[10]

La evolución de la sociedad constituye un eje central
en el sistema teórico de Spencer y se fundamenta a
través del paso de las sociedades más simples a las
más complejas y de las militares a las industriales,
además de particularizar la evolución de diversas
instituciones sociales así como su estructuración y
funcionalización. Sin embargo, sus concepciones del
darwinismo social legitiman las diferencias de clase a
través del libre ejercicio de sus potencialidades humanas.
Pero, tanto la objetividad de sus análisis, como las
relaciones interdependientes entre las ciencias, son fuentes de
enorme valor, y aún más por las particularidades
del contexto que proporcionó su producción teórica.

Como parte del proceso de institucionalización de la
sociología y la aspiración de varios de los
más lúcidos representantes de este movimiento en
legitimarla como ciencia, queda relegado el interés de la
vinculación sociología e historia, precisamente
para buscar adeptos y lograr la credibilidad de la
sociología como ciencia. Entre estos pensadores,
encontramos al francés Emile Durkheim (1858-1917), quien
prestó sumo interés en la construcción de interpretaciones
generalizadoras del desarrollo
social, buscando como variable fundamental del progreso de la
sociedad, la creciente división del trabajo y la
diferenciación de tareas[11]

Los ejes centrales del esquema del sociólogo
francés nos lo explica Alain Basail en su obra
Metáforas de la historia. La sociología
clásica del cambio social:

Durkheim propuso una orientación de la
evolución universal de los grupos e
instituciones por tres pares y más de oposición:
basada en la calidad de los
lazos sociales (solidaridad),
mecánica/orgánica; en el nivel de
las instituciones en el que cristalizan estas relaciones,
difuso/diferenciado; en el nivel de las sociedades en sí
mismas, simple/compuesto; y hasta en el carácter de los
fundamentos jurídicos, derecho represivo/derecho
cooperativo. [12]

El primero de estos pares categoriales fue el que más
profundiza en su análisis teórico, al destacar que
el movimiento de la historia está dado por el paso de la
solidaridad mecánica a la orgánica, basadas
ambas en el nivel de complejidad de las funciones y tareas
sociales (o sea, en la división del
trabajo)[13].

Durkheim fue muy crítico con la historia de su tiempo,
inscribiéndose en varios ocasiones en afirmaciones
totalmente ahistóricas, estigmatizando las causas de los
fenómenos sociales en el interior de los procesos
(causación endógena), independientemente de
realizar enérgicas críticas a la historia
historizante, fundamentadas en el rechazo al determinismo y al
evolucionismo.

El uso de la historia en este sociólogo francés
está inscrito dentro de la historia comparada,
que establece balances entre diversas variables en
contextos y pueblos totalmente diferentes. Muestra de esta
afirmación es una de sus obras cumbres dentro de su
producción teórica, al emerger, en
1897, la primera obra de investigación sociológica
con datos y
análisis estadísticos: el
Suicidio
.

Los efectos de su obra propiciaron un repensar en la forma de
escribir la historia, al tratamiento de los documentos
históricos y a la defensa del espíritu
sociológico en el seno de la especialización e
institucionalización de las ciencias. Estos aportes van a
ser retomados por la influencia que ejerce el pensamiento
durkhemiano sobre la escuela francesa de sociología y en
las elaboraciones científicas de la Escuela de los Annales
franceses.

La idea de progreso siempre que sea concebido como transcurso
lineal o unidireccional carece de sentido (desde nuestra
visión) y es esta precisamente una determinante en la
teoría evolucionista de Comte, al constituir una imagen
específica del cambio social e histórico donde se
determinan y establecen leyes generales que obvian completamente
contextos y particularidades históricas. Sin embargo, con
Spencer, la evolución social no es vista como un proceso
unilineal e invariable (por ejemplo, al estudiarla durante el
paso de las sociedades militares a las industriales,
caracterizándolo como un proceso lento y duradero), al
producir un movimiento evolutivo, de cierta forma, en espiral. Se
establecen, también dentro de esta vertiente
evolucionista, modelos causales básicos (Durkheim),
evadiendo la revolución
social y fomentando la reforma, que centra interés en la
introducción de mejoras para el
funcionamiento societal, procurándole sentido a las
diferencias de clase, pero encontrando reconciliación en
las asociaciones profesionales.

El materialismo
histórico de Marx y el sistema
histórico-comparativo-comprensivo de
Weber

Completamente opuesto a esta línea organicista del
estudio social y de la evolución, encontramos el materialismo
histórico de Carlos Marx
(1818-1883), quien expone el contenido de sus postulados y la
materialidad de sus concepciones al enunciar en la oncena
tesis sobre
Feuerbach: Los filósofos se han dedicado a interpretar el
mundo de formas distintas. Sin embargo, de lo que se trata es de
cambiarlo.
[14]

Para Marx, la historia no es la trayectoria del
espíritu o la idea, sino la secuencia de cambios operados
en la sociedad humana cuyo principio motriz radica en la
actividad humana, en la praxis.
Pensaba, de esta manera, el progreso como un proceso
histórico natural, identificando la historia hacia delante
y desde adentro, con el despliegue de fuerzas intrasociales
inminentes. La historia es producida por los hombres como sujetos
históricos, mediante la relación que entre ellos se
establece en las particularidades de las formaciones
económico-sociales y el lugar que ocupan en el proceso
productivo, que se deriva de las diferencias de clase. De
ahí que, la economía, constituyera el esqueleto sobre
el cual, descansa todo el entramado de estructuras
sociales e ideológicas y sobre las cuales se erige la
lucha de clases como motor impulsor y
protagonista del desarrollo social.

Con estas premisas, el materialismo histórico de Marx
constituye una teoría de inapreciable cuantía por
su carácter sociológico y práctico, pues
entiende la sociedad como una totalidad social y como
formación económica social, que percibe el
movimiento histórico como un movimiento real. El
materialismo histórico se convertía en la
teoría más compleja del cambio social e
histórico de todo el siglo XIX, como analizara Piotr
Sztompka:

El materialismo histórico intentaba salvar la
creencia evolucionista en un método
general progresivo de la historia humana y mostrar cómo
ese modelo emerge del funcionamiento de la sociedad como
resultado complejo, acumulado de las acciones
humanas. En otras palabras, Marx todavía creía que
había un destino histórico, pero veía ese
destino modelado no por dioses ni por el Geist o la providencia,
sino por la gente misma. En este sentido el materialismo
histórico proporciona un puente entre las teorías
tradicionales y las modernas del cambio social. Uno de los pies
de Marx parece firmemente asentado en el siglo XIX, pero otro se
adentra bien al siglo XXI. El materialismo histórico de
Marx anticipó y preparó el campo intelectual sobre
el que los dos influyentes enfoques del cambio histórico
dominarían al final del siglo XX: la sociología
histórica y las teorías de la agencia.
[15]

El pensar el desarrollo social, a partir de la concordancia de
los principales cambios operados en las estructuras sociales, y
que considera la particularidad y la diversidad histórica
resguardada por criterios comparativos de casos particulares como
regreso a las doctrinas de Durkheim, han provocada el descifrar,
en la obra del sociólogo alemán Max Weber
(1864-1920), la aplicación de una sociología
histórica para establecer las acciones que hicieron
posible alcanzar consecuencias decisivas para los órdenes
sociales, y de esta manera, distinguir los acontecimientos que
contribuyen a superar o conservar cierta estructura en
el ámbito social.

Quizás fue este teórico alemán el que
más se empeñó en profundizar en la historia
con voluntad sociológica. Constituye el cierre de la
tradición básica de entender el progreso y sobre
todo la relación entre historia y sociología,
proponiendo alternativas muy particulares de la evolución,
que versaba a través de un ataque constante tanto a la
teoría evolucionista como al materialismo
histórico, aunque no pocos veces se acercó en
pasajes de su construcción teórica al último
de estos modelos.

Su énfasis radicó en el carácter
histórico y singular de los procesos de desarrollo, es
decir, en una comprensión histórica de los procesos
que originan el cambio social y en una concepción de la
historia como construcción
humana.[16]

Weber sustenta que los sociólogos tienen la capacidad
de verstehen[17]los fenómenos
sociales, algo totalmente imposible para los científicos
naturales. Establece como característica fundamental de la
ciencia histórica y sociológica, el ser ambas
comprensivas de la forma de conducta, y,
además, por esencia, causales, de ahí que ambas
quieran explicar de forma causal en la misma medida que
interpretar de manera comprensiva.

De esta manera se dilucidaba en su sistema teórico el
desarrollo de un sistema histórico-comparativo, que aunque
se apreciaba con Durkheim, encontraba en Weber su máxima
concreción: la sociología persigue formular
conceptos distintivos y generalizar las uniformidades de los
procesos empíricos. Esto la distingue de la historia, que
está orientada al análisis causal y a la
explicación de acciones individuales, de estructuras y de
personalidades poseedoras de una significación
cultural.[18]

Esta relación que se establece entre la historia y la
sociología en el pensamiento
weberiano[19]se manifiesta claramente en su
concepción de los tipos ideales, entendido como aparatos
heurísticos destinados a ser usados en el estudio de las
proporciones de la realidad histórica. Esta noción
constituye el centro de la doctrina epistemológica de este
pensador, al definir a la sociología como la ciencia que
ha de estudiar e interpretar la acción
social, a través de la explicación causal de su
desarrollo y consecuencias.

La Escuela de los
Annales y el materialismo histórico como bases
teóricas de la sociología
histórica

No podría analizarse la relación de la Historia
y las Ciencias
Sociales pasando por alto los aportes experimentados por la
Escuela de los Annales francesa[20]la cual en 1929
abría sus puertas al repensar teórico y
metodológico de la Historia en particular, pero
también ampliando su diapasón a otras ramas del
conocimiento social.

Las doctrinas de los primeros Annales franceses a
través de sus máximos representantes: Marc Bloch y
Lucien Febvre, estuvieron encaminadas a romper los estrechos
límites
de una herencia anterior
(que concibe la historia eminentemente hechológica y
cronológica), avanzando hacia el logro del estudio y
acercamiento de la explicación histórica por medio
de la multidisciplinaridad y el interés por la
reconstrucción de los procesos, más que por los
hechos históricos.

En estos primeros Annales, el entender la historia como
totalidad y no fragmentada en ramas independientes, estuvo
presente como mecanismo para evitar la oposición entre
cada una de estas esferas del saber, de ahí que la
comprensión de esta historia total no pudiera encontrarse
exclusivamente dentro de la propia historia, lo que abrió
las puertas a los más disímiles especialistas de
otros campos de la investigación
social.

Con el fin de la Segunda Guerra
Mundial y el comienzo del período de posguerra, se
abría una nueva etapa en la producción intelectual
de la escuela de los Annales, que se caracteriza por una
reapertura e incorporación de zonas oscuras de la agenda
temática del período anterior, y de la influencia
de la demografía y del despegue como campo
historiográfico de la historia de las mentalidades de
Febvre. Sin embargo, la segunda mitad del siglo XX, contemplaba
la propuesta de Fernand Braudel (como máximo exponente) de
los ritmos de desarrollo de los distintos niveles sociales,
ayudado por la marcada tendencia a la multidisciplinaridad desde
etapas anteriores.

No se puede negar que, con frecuencia, historia y
sociología se reúnen, se identifican, se
confunden..Las razones de ello son simple..una identidad de
naturaleza:
historia y sociología son las únicas ciencias
globales capaces de extender su curiosidad a cualquier aspecto de
lo social. La historia en la medida que es todas las ciencias del
hombre en el
inmenso campo del pasado, es síntesis,
orquesta. Y si el estudio de la duración bajo sus formas
se abre, como yo creo, las puertas de lo actual, entonces se
encuentra en todos los lugares del banquete. Y se encuentra por
lo general al lado de la sociología (que también es
síntesis por vocación) a la que la
dialéctica de la duración obliga a volverse hacia
el pasado, lo quiera o no.[21]

De esta manera, la historia es una dialéctica de la
duración, y gracias a ella es el estudio de todo lo social
y por tanto del pasado y del presente, ambos, inseparables, por
cuestión esencial y correlativo, por la evolución y
complejización en el tiempo de todas las estructuras
sociales y la sociedad en general. Se perfilan entonces, en
opinión de Pierre Vilar, dos posiciones posibles:

Una consiste en encerrar al historiador precisamente en el
terreno de lo empírico y lo incierto que por experiencia
se atribuyen a las decisiones y a los acontecimientos
políticos. La otra consiste en empujarle, al contrario,
hacia un análisis sociológico con la
penetración suficiente para eliminar la apariencia de
incertidumbre de la mayor parte posible de hechos
sociales.[22]

La primera de estas posiciones se refiera a los historiadores
positivistas encargados de hacer el relato exacto de los
acontecimientos políticos, militares y diplomáticos
principalmente, sin tener en cuenta las interconexiones que en su
esencia se reflejan y la génesis de fenómenos que
se han ido perfilando y transformando con el decursar del tiempo,
pero que en su esencia continúa siendo el mismo. De
ahí que el objetivo de la
historia no es hacer revivir el pasado, sino comprenderlo,
cuestionándose de supuestas experiencias vividas y de
juicios probables y relativos, que no dejan de estar exentos de
intereses ideológicos y personales en torno al hecho
abordado.

En la medida en que el pasado es mal conocido e interpretado,
los hombres y los grupos en los que se desarrolla su actividad,
tienen una visión incorrecta de su presente y su futuro,
de ahí la vitalidad e importancia de los vínculos
entre las ciencias como mecanismo e instrumento de comprender
mejor la realidad, como resultado de un pasado, con influencia
activa en el presente, que podría tener consecuencias
nefastas en un futuro, si no se disponen de las herramientas
teóricas y metodológicas para un estudio coherente
y profundo en aras de encontrar soluciones
acordes a su complejidad. De ahí que, como diría
Fernand Braudel:

No habrá ciencia social, a mi modo de ver,
más que en la reconciliación en una práctica
simultánea nuestros diferentes oficios (sociólogo e
historiador). Alzarles uno contra uno es cosa fácil pero
ya demasiado oída. Lo que necesitamos es una música
nueva.[23]

Los aportes teóricos y metodológicos de la
Escuela de los Annales, fundamentados por el materialismo
histórico de Carlos Marx, han propiciado una
ascensión notable de la producción teórica
de la sociología histórica en los últimos
tiempos, como rama del saber que encuentra su punto de origen en
la conexión entre la Sociología y la Historia, que
se adentra, principalmente, en los temas relacionados con el
cambio social.

La
sociología histórica: su aparición,
desarrollo y ventajas

La sociología histórica encuentra sus
antecedentes en la década del 50 y el 60, con la
aparición de un conjunto de obras en el ámbito
cultural, que atacaban directamente el parsonianismo presente en
el seno intelectual norteamericano. Surge el término en
los 60 con Barrington Moore y sus estudios históricos
comparados de las transformaciones macroestructurales. Sin
embargo, su reconocimiento (de la sociología
histórica) no llega hasta finales de los 70, con la
producción de los que hasta hoy han marcado su progresivo
ascenso: Charles Tilly, Inmanuel Wallerstein, Perry Anderson y
Theda Skocpol.

Este gradual ascenso no está despejado de problemas en
el orden teórico y metodológico. De esta manera,
Charles Tilly, nos comenta sobre los peligros inmersos en la
convergencia de estas ciencias: No estoy de acuerdo con las
propuestas que hacen emerger subdisciplinas a partir de técnicas y
enfoques [approaches] y no de temáticas
teoréticamente coherentes.[24]

De esta manera, el peligro de concebir a la sociología
histórica como un campo de especialización con una
propia agenda temática, metodología y métodos
claramente definidos, como parte de un subcampo o esfera de la
sociología como ciencia y la unidad temática,
teórica y metodológica que eso implicaría.
Es por eso que, se ha convertido en una corriente de estudios
transhistóricos, transdisciplinares y
multiparadigmáticos, como nos comenta Ramón
Ramos de la Torre en su ya referido trabajo Problemas
teóricos y metodológicos de la sociología
histórica:

Transhistóricos porque, lejos de limitarse al
estudio de una época o de un proceso paradigmático
de cambio, han ido expandiéndose hacia la
tematización del entero ámbito de la historia.
Transdisciplinares porque, sin siquiera limitarse al estudio del
cambio social, abordan universos temáticos de las
más diversas especialidades sociológicas.
Multiparadigmáticos porque en el empeño coexisten
estudiosos de muy distinta orientación
teórica.[25]

La identidad emergente de la sociología
histórica está dada por el cuestionamiento a varias
generalizaciones realizadas a partir de construcciones
teóricas de procesos de cambio social,
modernización, desarrollo y otros, que han olvidado, con
total conciencia, el
recurrir de manera sistemática y profunda a la historia.
De ahí que la utilización de la sociología
histórica en el estudio de procesos macro o micro
sociales, como consecuencia de las transformaciones operadas en
todos los ámbitos del plano societal, se convierta
más que en un fraccionamiento de las ciencias, en una
alternativa teórica y metodológica para acometer
empeños mayores tras la complejidad y multicausalidad del
estudio social, sin que esto quiera decir que el cruce de
fronteras entre la Historia y la Sociología signifique la
disolución del objeto y la metodología de cada una
de ellas, para dar paso a un híbrido que se erige como
ciencia universal de la historia y la sociedad.

 

 

 

Autor:

Roide Orlando Alfaro Velázquez

Profesor de Historia de Cuba

Universidad Central Marta Abreu de Las Villas

Cuba

[1] El propio término historia
encierra en sí una dicotomía: es a su vez, los
hechos destacables del pasado y la ciencia en particular que
estudia estos hechos. Como saber científico, la historia
ha transitado por un largo proceso de identificación de
su campo de estudio y por un desprendimiento de la
filosofía como madre de todas las ciencias: primero como
un fin u objetivo teleológico y místico, de
ahí que en sus comienzos se manifestara a través
de crónicas o mera reproducción cronológica de
hechos, después, con la ruptura de esta visión y
la introducción del término Filosofía de
la Historia de Voltaire,
como rama de la filosofía que estudia el desarrollo y
las formas en las cuales los seres humanos hacen la historia.
Sin embargo, el término Historia como parcela
científica, no surge hasta que a inicios del siglo XIX
se produce el fin de la Filosofía de la Historia como
consecuencia de la parcelación de las Ciencias Sociales,
de su objeto de estudio y de la disolución del
hegelianismo y el fin de la forma filosófica de concebir
la historia que quedaba atrás con el fin de la
Filosofía Clásica Alemana. .

[2] Basail Rodríguez, Alain: La
sociología histórica: ¿entre la identidad
y las redes
disciplinares?, en Revista
Debates Americanos, No. 10, julio-diciembre, 2000, p. 108.

[3] Martindale: La teoría
sociológica: naturaleza y escuelas, Editorial Aguilar,
versión española, Madrid,
1971, p 18.

[4] Para una mayor explicación sobre
las particularidades de cada una de estas etapas o
períodos desde la visión de Vico consultar
Bierstedt, Robert: El pensamiento sociológico en el
siglo XVIII en Hernández Morales, Aymara (compiladora):
Historia y crítica de las teorías
sociológicas I, Selección de Lecturas, Editorial
Félix Varela, La Habana, 2003, pp. 49-50.

[5] Martindale: La teoría
sociológica: naturaleza y escuelas, ob. cit. p. 293.

[6] Para una mejor comprensión sobre
la ley de los tres estadíos de Comte recomendamos
consultar: Comte, Augusto: Primera Lección, fragmento de
su obra Curso de Filosofía Positiva, en Hernández
Morales, Aymara (compiladora): Historia y crítica de las
teorías sociológicas I, Selección de
Lecturas, Editorial Félix Varela, La Habana, 2003, pp.
66-91.

[7] Sobre las particularidades de los medios
de investigación, así como de las relaciones
jerárquicas entre las ciencias, pueden ser explicadas a
partir del análisis explicado por Martindale,
Martindale: La teoría sociológica: naturaleza y
escuelas, ob. cit. p. 85-87

[8] El sociólogo inglés fue el
primer pensador en realizar una transferencia de la
metáfora biológica a la esfera social como parte
de la influencia de la Teoría de la Evolución de
las Especies fundamentada por Darwin, sin
embargo, se ha demostrado que muchos de los postulados
analizados por el naturalista inglés encontraron sus
bases en la teoría biologicista-social de Herbert
Spencer. A partir de ahí se habría una nueva era
del análisis social, concibiendo la sociedad como un
organismo vivo que encontraría adeptos incluso en el
siglo XX con el desarrollo del Estructural-funcionalismo.

[9] Para una mejor y más amplia
comprensión de las particularidades del pensamiento
spenceriano y la relación que dentro de su teoría
se manifiesta entre la sociología y la historia, que se
enmarca en sus estudios de la evolución y sus
análisis socio-biológicos, ver Basail
Rodríguez, Alain: Metáforas de la historia. La
Teoría sociológica clásica del cambio
social en Colectivo de autores: Introducción a la
sociología, Tomo III, Editorial Félix Varela, La
Habana, 2003, p. 172-173 y también en Spencer, Herbert:
Capítulo I: Evolución superorgánica,
fragmento en: Hernández Morales, Aymara (compiladora):
Historia y crítica de las teorías
sociológicas I, Selección de Lecturas, ob.cit.
pp. 92-96.

[10] Spencer, Herbert: The Study of
Sociology, fragmento en Ritzer, George: Teoría
sociológica clásica, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2007, p. 131.

[11] Basail Rodríguez, Alain:
Metáforas de la historia. La Teoría
sociológica clásica del cambio social, ob. cit.
p. 173.

[12] Ídem, p. 174.

[13] Sobre el paso de la solidaridad
orgánica a la mecánica a partir de la
especialización de tareas como parte de la
división del trabajo, recomendamos consultar Durkheim,
Emile: Solidaridad mecánica o por semejanzas en
Hernández Morales, Aymara (compiladora): ob. cit pp.
221-254 y Durkheim, Emile: Solidaridad debida a la
división del trabajo u orgánica, en
Hernández Morales, Aymara (compiladora): ob. cit. pp.
255-273. Ambos trabajos de Durkheim constituyen fragmentos de
su obra La división del trabajo
social.

[14] Marx, Carlos: Tesis sobre Feuerbach, en
Marx, Carlos y Engels, Federico: Obras escogidas en 3 tomos,
Tomo I, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p. 10.

[15] Basail Rodríguez, Alain:
Metáforas de la historia. La Teoría
sociológica clásica del cambio social ob. cit.,
pp. 180-181.

[16] Basail Rodríguez, Alain: La
sociología histórica: ¿entre la identidad
y las redes disciplinares?, ob.cit. p. 101.

[17] Término alemán para
designar la palabra comprensión.

[18] Weber, Max: Economía y
Sociedad, Fondo de Cultura
Económica, México, 1977, p. 19.

[19] Otro de los tantos ejemplos que podemos
citar dentro del trabajo histórico y por supuesto,
sociológico, de Weber, a través de una
comprensión de la vida social, lo encontramos en su obra
más reconocida, La ética
protestante y el espíritu del capitalismo
(1904-1905), a partir del interés en el problema de la
causalidad pero no como un proceso de una única
dirección, sino como un gran número de
interrelaciones dentro de los factores sociales, entre ellos
las fuerzas religiosas y el fuerte contenido ideológico
que encierra como parte de su especialización e
implementación en el capitalismo moderno. Además,
al analizar la tesis de la influencia de la ética
puritana en el desarrollo del capitalismo, a todo lo largo de
su devenir histórico, se sientan las bases para los
estudios sobre el impacto de la cultura y la religión en el
desarrollo de los sistemas
económicos.

[20] Para un análisis más
profundo de las concepciones sobre la Escuela de los Annales en
sus diversas generaciones teóricas, recomendamos el
estudio de Aguirre Rojas, Carlos Antonio: Itinerarios de la
historiografía del siglo XX. De los diferentes Annales a
los varios marxismos, Centro de Investigación y
Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinillo, La Habana, 1999
y además Colectivo de autores: La Historia y el oficio
del Historiador, Imagen Contemporánea, La Habana,
2002.

[21] Braudel, Fernand: La Historia y las
Ciencias Sociales, Alianza Editorial, Madrid, 1970, p. 116.

[22] Vilar, Pierre: Historia en Colectivo de
autores: La Historia y el oficio del Historiador, Imagen
Contemporánea, La Habana, 2002, p. 3.

[23] Braudel, Fernand, ob. cit. p. 128.

[24] Tilly, Charles: As Sociology Meets
History, fragmento en Ramos de la Torre, Ramón:
Problemas teóricos y metodológicos de la
sociología histórica, ponencia presentada en el
XIX Congreso Latinoamericano de Sociología (ALAS),
Caracas, 1993, texto
completo en formato PDF en www.
dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?, consultado el 18
de octubre de 2008.

[25] Ramos de la Torre, Ramón:
Problemas teóricos y metodológicos de la
sociología histórica, ponencia presentada en el
XIX Congreso Latinoamericano de Sociología (ALAS),
Caracas, 1993.

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